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Novedad editorial

El libro del hambre

Franz Kafka


Selección y presentación: Gustavo Martín Garzo
Traducción: Joan Parra | Rodolfo Häsler

Editorial Sirpus
(Madrid - marzo 2003)


Kafka escribió algunos libros que no concluyó y otros que no llegaron a existir. Se trataba de recopilaciones de algunos de los relatos que había escrito de forma aislada pero entre los que encontraba nexos de unión tan claros que producían "una relación patente y, más aún, secreta, a cuya exposición no quisiera renunciar mediante la publicación en un libro (...)". Kafka se refería de este modo, en una carta de 1913 a su editor Kurt Wolff, a un libro al que llamaba Los hijos. P
ero no pudo verlo impreso jamás. Al igual que Penitencias, otra recopilación soñada. ¿Escribió Kafka un libro del hambre? Lo más cerca que estuvo fue con el libro Un artista del hambre. No llegó a verlo publicado puesto que apareció dos meses después de su muerte, acaecida el 3 de junio de 1924. Sin embargo, pudo corregir las galeradas del que sabía que iba a ser su último libro. Aquella edición contenía los relatos Primera penitencia, Una mujercita, Un artista del hambre y Josefina la cantante. Poco tiene que ver, pues, con El libro del hambre.

Parafraseando a la escritora Nuria Amat, se nos ocurre pensar que todos somos Kafka, que cada uno de nosotros lo lee y lo hace suyo a su manera. La inconclusión y la fragmentariedad de la mayor parte de la obra kafkiana nos permiten encontrar hilos que tejen nuevas tramas que, en cierta manera, lo reescriben. El primero en hacer algo semejante, el primer inventor de Kafka, aparte de él mismo, fue Max Brod. Sin las herramientas filológicas de hoy, pero más que nada impulsado por su idea de Kafka quiso recomponer el puzzle que dejó el autor de El castillo, el campo de ruinas (como lo define Reiner Stach) y, claro está, lo reescribió.
Prácticamente desde que se iniciara la publicación de Kafka en español, con aquella La Metamorfosis de 1925 en Revista de Occidente, hemos conocido diversas selecciones, fundamentalmente de los relatos kafkianos. La mayoría de ellos parecían venir a completar un volumen aparentemente escaso, como si La tranformación se les quedase pequeña a los editores. Surgieron así numerosas ediciones tituladas La metamorfosis y otros relatos y otras extensiones por el estilo. No parecía encontrarse en estos casos un criterio específico para la selección de los textos.
Más tarde alguien comenzó a leer su Kafka y así aparecieron los volúmenes, las recopilaciones que él nunca hizo. No escribió un libro titulado La muralla china; tampoco uno titulado El buitre.
En estos casos se trata de relatos reunidos bajo el nombre de uno de ellos. El siguiente paso (o atrevimiento, según se mire) llegó con la creación, el nuevo bautizo de los libros kafkianos (los Bestiario y Padres e hijos que recopilara Jordi Llovet, etc.)

Gustavo Martín Garzo, escritor, Premio Nadal y Premio Nacional de Narrativa en España, ha inventado un nuevo Kafka. El suyo. Arranca este
El libro del hambre con unas interesantes reflexiones en la presentación. Para él, los protagonistas de todas estas historias "andan metidos en asuntos extraños que no les dejan vivir". A pesar de ello, "encuentran misteriosamente una fuerza, una energía secreta que les lleva a actuar sin descanso, de una forma obstinada y obsesiva, aunque no conozcan el problema que tienen que resolver". No se entiende por qué Martín Garzo indica que el mensajero de Un mensaje imperial no ha recibido mensaje alguno ya que, según él, "el emperador se ha limitado a mover los labios sin que lo que pretendía decir llegara a ser audible". El protagonista de la historia sí lleva un mensaje. Está claro. Pero el problema que tiene es doble: es el mensaje de un muerto y, además, no llegará a su destinatario. Como tantos personajes de Kafka, los mensajes que llevan nunca serán escuchados porque detrás de cada puerta hay otra, y detrás de cada frontera hay otra, y detrás del infinito únicamente hay eso, infinito. En cierta manera, algo así como lo que pasa con el hambre, que vuelve eternamente.

La traducción de Joan Parra (ocho de los diez textos incluidos) desvela sorpresas para los lectores, que comienzan, como una insospechada aventura, desde el mismo título de algunos de los textos. Al igual que sucedió con La tranformación alguien decidió renombrar algunos cuentos de Kafka. Ahora, por fin, se corrigen estos errores. Un artista del hambre aparece en la edición de Sirpus como Un ayunador. Otros cambios no tan sustanciales añaden, eso sí, nuevos significantes a la obra de Kafka, como por ejemplo el texto hasta hoy publicado como Ante la ley aparece como Delante de la ley. Pero el caso más grave es, sin duda, el texto conocido históricamente como Un artista del trapecio. El traductor le devuelve su título: Primer dolor.
Tanto Parra como Rodolfo Häsler han realizado una magnífica traducción, que, integrada en una edición elegante, con unos tipos de cuerpo bastante grande, hacen de la lectura de este libro un auténtico placer.

Los diez textos que lo componen son: Un ayunador, Un mensaje imperial, El jinete del cubo, Primer dolor, Delante de la ley, La preocupación del padre de familia, La partida, Josefina a cantante o el pueblo de los ratones, Un cruzamiento e Informe para una academia.


[ © Paco Yuste | 2004 ]






[ Ficha bibliográfica ]

El libro del hambre / Franz Kafka (2003)
Selección: Martín Garzo, Gustavo
Traducción: Parra, Joan / Häsler Soler, Rodolfo
Edición: Editorial Sirpus, S.L. (Madrid)
Descripción: 120 pp. - 24x15 cm
Encuadernación: rústica
Colección: Benteveo
ISBN: 84-89902-53-4








     
 
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