En agosto de 2001 se celebró en
Zacatecas (México) un coloquio con el título del libro que reseñamos
y que giraba en torno a algunas de las propuestas artísticas del
pasado siglo. Se rendía, igualmente, un homenaje a uno de los
artistas abstractos mexicanos más importantes: Manuel Felguérez.
Vanguardias y neovanguardias artísticas: Un
balance de fin de siglo recoge una serie de ensayos que pretenden
mostrar una visión multidisciplinar y crítica de algunos de los
movimientos artísticos del siglo XX. Expresionismo, ultraísmo,
teatro de la crueldad (Artaud), arte abstracto... son algunas de las expresiones
artísticas analizadas.
Dentro del ámbito del expresionismo
en la literatura, el libro recoge un ensayo de Leopoldo La Rubia
de Prado, conocido autor de Kafka: el maestro absoluto,
que editara en 2002 la Universidad de Granada. En aquel título
La Rubia recogía ya la cercanía de Kafka
a diversos movimientos artísticos: romanticismo, realismo, expresionismo
y existencialismo (pp. 310-336).
Aparece, en el volumen que reseñamos,
su ensayo "El problema de la comunicación y el concepto de
realidad en Descripción de una lucha: El compromiso
kafkiano con la literatura". Se trata de un breve ensayo
que parte de la consideración de que la conocida narración de
Kafka (considerada por diversos autores como una novela corta)
es atribuible a las inquietudes que produjeron el movimiento expresionista
en las primeras décadas del siglo XX y que encaja en algunas de
las características que lo definían. Entre esas características,
Leopoldo La Rubia destaca la libertad creativa, la extrema complejidad
de la narración, la mezcla de realidad y ficción, la reivindicación
de lo natural así como la presencia de mundos paralelos. Esta
consideración, compartida, también, por algunos estudiosos de
la obra kafkiana sobre la cercanía de
este texto, así como del libro de prosas Contemplación, a los planteamientos teóricos del expresionismo, debe
ser tenida en cuenta de una manera abierta: Kafka
no militó en las filas de la "ortodoxia expresionista" pero parte
de su obra contribuye a dicho movimiento artístico.
Descripción de una lucha, considerada por Jordi Llovet como un "verdadero magma de esbozos, fragmentos y pruebas
de estilo y de técnicas narrativas" 1, fue escrita por Kafka a lo largo de un
extenso periodo de tiempo en el que el autor, efectivamente, está
desarrollando su modus operandi,
su acercamiento a la literatura como escritor. Durante ese tiempo
realiza dos versiones del texto, con importantes diferencias entre
ellas. Los primeros esbozos proceden, al parecer de 1902 y la
conclusión (o, más bien, como en tantas otras ocasiones, el abandono
de la trama en sí) se sitúa en 1911. Pero este abandono no es
total. Kafka reutilizará partes de su
texto, dándoles validez por sí mismos, independientemente de la
trama que urden en su conjunto, y los publica finalmente en Contemplación (Betrachtung), su primer libro.
De la primera versión de Descripción de una lucha extrae las prosas
"Los árboles", que se repite en la segunda versión, y "Vestidos".
De la segunda, entresacó "La excursión a la montaña" y "Niños
en el camino vecinal". Del mismo modo, Kafka
publicó de forma autónoma los capítulos "Conversación con el orante"
y "Conversación con el borracho" en la revista Hyperion,
(Núm. 8. 1909).
El ensayo de Leopoldo La Rubia se
acerca al texto kafkiano, principalmente,
desde una visión filosófica, planteando, entre otras ideas, la
de la cercanía de Descripción de una lucha a la fenomenología
husserliana. Realiza una exégesis deteniéndose
en el análisis de cada una de las secciones de la primera versión
que Kafka hizo de su novela corta. No
se tiene en cuenta en este ensayo la segunda versión (fundamental
para la cabal comprensión de lo que Kafka
pretendía narrar) pero, no obstante, se realizan interesantísimos
hallazgos semióticos. Sostiene el autor que "todos los personajes
son, en realidad, el mismo" y que este único personaje, como en
tantas otras ocasiones a lo largo de la obra kafkiana,
se corresponde con el propio autor. Se trata, pues, del desdoblamiento
de la identidad de Kafka en función
de su gran contradicción vital acerca de una dedicación plena
a la literatura y a los compromisos que ello conlleva (y, también,
a las satisfacciones que le reporta) o bien de su abandono al
amor, entendido como símbolo de la vida burguesa que la sociedad
bienpensante le reclama. La lucha descrita en el relato se establece,
pues, en "aquella parte de la personalidad del protagonista (o
de Kafka) que, en combate consigo mismo pugna por buscar y encontrar
un espacio propio: el de la creación literaria. Pero ese espacio
no puede ser hallado sin obstáculos, y el principal obstáculo
es él mismo. Un obstáculo que él, y sólo él, puede salvar a costa
de un sacrificio".
Se establece, en el mismo sentido,
un paralelismo entre los dos encuentros humanos más importantes
de la trama: el del protagonista con su "conocido", aquel individuo
que le "asalta" en la casa donde se inicia la historia, y el del
gordo con el orante (en el caso del encuentro protagonista-gordo
lo que parece producirse es una sustitución, un reemplazo: su
conocido, con motivo de una caída, se produce una herida grave.
"Como ya no podía serme útil, lo dejé sobre las piedras y me limité
a silbar a unos buitres que, bajando desde las alturas, se posaron
sobre él obedientes y con pico serio para custodiarlo."2 El siguiente encuentro en el camino del protagonista se producirá
con el gordo, quien toma el relevo del herido). Este paralelismo
que indicamos se da entre el protagonista y el orante y entre
el conocido y el gordo. El orante "es el otro yo de Kafka.
Para ambos la expresión (una forma de plegaria) es una necesidad".
Recordemos aquí que para Kafka la escritura era una forma de oración.
Dándose, fundamentalmente, en la
pareja protagonista, pero sin olvidar que para La Rubia todos
los personajes son el mismo, por lo que también afecta a la otra
pareja, encuentra en Descripción de una lucha una "nueva dimensión"
de la realidad: estos personajes parecen salir de una realidad
física muy determinada, de un esquema social convencional, para
irse adentrando en los "paisajes de un sueño", o como prefiere
el autor, van produciendo una ensoñación, un soñar despierto.
El resultado es un "mundo onírico donde todo muta con total libertad.
Y no es un sueño, puesto que él es consciente, está creando."
Hay, en el gesto del protagonista de transformar un camino abrupto
en un valle o de hacer desaparecer las piedras, una libertad absoluta
que sólo la literatura permite. Ahí está ya, con apenas veinte
años, el Kafka que, más tarde, será
capaz de transformar los pasillos de su Instituto de Seguros de
Accidentes en los intrincados laberintos de unos tribunales o
a Gregor Samsa en un monstruoso insecto.
1. "Notas a los escritos póstumos".
Narraciones y otros escritos.
Obras completas III. Galaxia Gutenberg-Círculo
de Lectores, Barcelona, 2003. (Edición dirigida por Jordi
Llovet.) p. 1074
2. Narraciones y otros escritos. Obras completas III. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, Barcelona, 2003. p. 366